Con otro ataque [Daniel]

*Estaba sola en mi dormitorio con la puerta cerrada sin echar el pestillo. Estaba sentada en una esquina con las piernas dobladas y las manos tapándome los oídos mientras escuchaba las malditas voces dentro de mi cabeza hablando todas a la vez con un tono demasiado elevado. Era insoportable, solo quería que parase*
-¡Callaos!
*Grité desesperada mientras sentía las lágrimas resbalar por mis mejillas. Las voces se callaron durante un instante pero las volví a escuchar todavía a mas volumen. Como siempre me pedían que matase a alguien, que toda la gente que había allí encerrada se lo merecía pero yo no quería recibir otra paliza, todavía me dolía la que me habían dado los guardias hacia dos días por el ataque que me dio en el gimnasio. Me levanté y empecé a buscar por toda la habitación sacando las cosas de los cajones mientras las voces seguían hablando.*
-¡Callaos joder!
*Dije desesperada mientras le daba una fuerte patada a la puerta. Seguí buscando un buen rato mas hasta que finalmente encontré la cuerda que tenia escondida en el dormitorio. Me subí a una silla y pasé la cuerda por una de las tuberías haciendo un nudo de esos que se hacen en las cuerdas con las que la gente se suicidan. Me tapé los oído con fuerza y esperé que las voces se callaba pero no lo hacían. Metí la cabeza dentro del agujero de la cuerda y lo apreté en mi cuello. Cerré los ojos y empujé la silla haciendo que cayese y yo me quedase colgando. Sentí el tirón de la cuerda en mi cuello haciéndome soltar el aire de golpe.*

Gritos, gritos. Otra vez Janis con sus alucinaciones. Joder, demasiado cerca de mi habitación estaba para no escucharla.
Intenté volver a la lectura de mi libro, pero me fue imposible, porque una vez más los gritos de la estúpida niña loca me habían desconcentrado. Suspiré y me incorporé, sentándome sobre la cama. La iría a ver y la mandaría callar de un modo amable, y sino simplemente la haría callar.

Crucé la puerta de la habitación y salí al pasillo, cuando escuché cómo golpeaba su puerta y acto seguido dejaba de gritar. Me coloqué delante de ésta, y justo cuando iba a mandarla callar, pude verla colgada de la tubería a través de la ventanilla de la puerta.

- Mierda. -abrí la puerta rápidamente y me dispuse a cogerla por las piernas. Tenía suerte de que los techos fueran bajos, de no ser así, tal vez no hubiera podido cogerla- Maldita sea, Janis. -podría haber llamado a los guardas para que me ayudaran, pero le habrían dado una paliza, tampoco quería eso- ¿Quieres explicarme qué coño estás haciendo?

Poco a poco, acerqué la silla con el pie y me subí a ella sin dejar de sostener las piernas de la chica. No fue difícil quitar el nudo, lo que fue complicado fue sacar la cabeza de Janis a través de la cuerda. La cogí en brazos y la miré, visiblemente enfadado.

- Eh, aquí el que va a matarte seré yo si sigues haciendo gilipolleces cómo ésta, ¿me oyes?

*Sentí como alguien me cogia de las piernas elevándome hacia arriba para que la cuerda dejase de hacer presión en mi cuello. Reconocí la voz y empecé a moverme intentando que me soltase, no quería que me volviesen a salvar de la muerte, ya lo habían echo demasiadas veces, solo quería morirme y dejar de escuchar las malditas voces de mi cabeza y de recibir las palizas que recibía por cada ataque que me daba.*
-Solo quiero dejar de escuchar las malditas voces.
*Dije sollozando mientras sentía las lágrimas resbalar por mis mejillas al seguir escuchando las malditas voces en mi cabeza. Seguramente Daniel nunca me había visto llorando ya que poca gente lo había visto, tan solo Jess y John*
-Solo quiero que se callen, quiero ser una chica normal y como sé que eso no es posible me quiero morir.
*Me empecé a mover de nuevo intentando dar una patada a Daniel para que me soltase. Sentí como me quitaba la cuerda del cuello*
-Mátame, por favor mátame.
*Dije suplicante mirándole a los ojos con los míos llenos de dolor y tristeza*

- No me das tanta lástima cómo para matarte. Ni te odio... tanto cómo para hacerlo. Así que cierra la boca, Janis.

Casi pierdo el equilibrio sobre la silla después de la patada. Entre eso y que no se estaba quieta, nos caeríamos y acabaría abriéndome la cabeza.
Janis era una chica singular, había visto algo en ella, pero hasta que averiguara que, me ocupaba el tiempo en cuidar de ella y darle alguna que otra bronca. Me sacaba de mi sitio tantas veces que más de una vez me había tentado darle un buen puñetazo para que volviera al mundo real.

La dejé sobre la cama y me senté a su lado, mirándola a los llorosos ojos. Supuse que debía ser su estado normal, lleno de lágrimas.

- Cálmate. No me dejas leer tranquilo con todo ese escándalo, histérica.

*Me abracé las rodillas cuando me dejó y la cama y apoyé la cara en ellas mientras respiraba hondo intentando que las voces se callasen pero no lo hacian. Di una patada en el colchón*
-No se callan…quiero que se callen…solo quiero eso…que se callen.
*Dije sollozando mientras levantaba la cabeza mirando a Daniel de nuevo con los ojos llorosos.*
-No dejan de decirme que te maté, quieren que te maté y no se callan.
*Volví a repetir mientras me cogia la cabeza con las manos balanceándome de adelante hacia ataras mientras murmuraba cosas incoherentes entre labios. Nadie podía comprender como me sentía, nadie sabia como me sentía cuando las malditas voces me daban ordenes y no se callaban hasta pasado un buen rato.*
-Yo soy una histerica pero tu un amargado.
*Dije en un susurro mientras seguia balanceandome*

- No parezco caerle muy bien a tus voces.

Le aparté los brazos violentamente y le sujeté la cabeza con suavidad. Todo un contraste de movimientos. No dejaba de moverse. Eso si que me volvía loco. Una vez lo hizo mientras comíamos, y me puso perdido. Sí, cometí el error de sentarme a su lado.
Pegué su frente con la mía y la miré fijamente a los ojos.

- Eh, eh, basta. -dije, con autoridad- Tú y las voces, las voces y tú. ¿Me prefieres a mí o a los guardias? Cállate y tranquilízate ya.

-Ni a mis voces ni mi.
*Murmuré en un susurro mientras seguía balanceaba adelante y atrás. Sentí como me apartaba los brazos con violencia y las voces empezaron a sonar con mas fuerza en mi cabeza.*
Te quiere hacer daño…mátale, mátale…
*Sentí como pegaba su frente a la mía y le empujé con violencia alejándole de mi. Me eché hacia atrás en la cama haciéndome un ovillo en la cama ocultando mi cabeza mientras sollozaba por el dolor de cabeza*
-Avisa a los guardias si quieres…nadie te ha pedido que me ayudes.
*Dije con frialdad sin moverme*

Era una niñata imposible. De ahí la razón por la cual me sacaba de quicio. Una parte de mí me decía que la dejara en paz, que me ocupara de mis asuntos y... joder, que se mate si quiere. Pero por otro lado no podía pensar en la idea de que si moría, me sentiría culpable, de algún modo. Aunque no sabía exactamente porque.

- ¿No? Lo llevas pidiendo desde que has empezado tus jueguecitos con la cuerda, escandalosa. -me levanté y miré hacia la puerta, para suspirar y volver a mirarla con un gesto de lástima, imperceptible. No quería dejarla sola.

Diablos. No sé que efecto obraba en mí la maldita niña psicótica, pero me resistía a irme de allí y arriesgarme a que volviera a hacer de las suyas.
Decidí que si no lo hacía ahora, lo haría en otro momento... tampoco podía hacer gran cosa, los guardias se ocuparían. Me dí la vuelta dirigiéndome a la puerta, resignado.

-Si tu tuvieses estas malditas voces en tu cabeza ya veríamos si te intentarías suicidar.
*Murmuré sin moverte mientras las voces seguían gritándome que hiciese cosas que no quería pero la mayoría me gritaban que matase a Daniel. Todo el mundo me llamaba escandalosa, una loca y que lo exageraba pero no era cierto, nadie sabia lo que se sentía al escuchar un montón de voces en tu cabeza gritándote un montón de cosas a la vez. Levanté la vista al escuchar que no me decía nada y lo observé alejándose pero no me afectó, estaba acostumbrada a estar sola en todo momento, poca gente se atrevía a estar conmigo cuando tenía un ataque. Volví a ocultar mi cabeza pero la levanté al sentir algo sobre mi piel y vi a un montón de arañas por mi cuerpo, pero solo yo las podía ver*
-¡Quítamelas, quítamelas!
*Grité mientras me empezaba a sacudir la ropa con la mano*

Otro de sus ataques. Ojalá pudiera, no curarla, pero sí poder aliviar todas esas cosas. Que aparte de que eran malas para ella, a mí me ponían de los nervios.
Estaba enganchado a esa maldita chica. A cualquier otra persona la hubiera dejado con sus problemas, pero alguna cosa en mi interior me cogía y me obligaba a quedarme allí, con ella.

Caminé de nuevo a la cama y la cogí del mentón con la mano. No fue un gesto cariñoso, pero tal vez si me miraba a los ojos, fijaba su vista en un punto, lograba calmarla y hacer desaparecer las visiones.

- Jan, Janis, basta, basta, mírame, mírame a mí. -moví con un gesto suave su cara de un lado al otro. Tenía que sujetarla con algo de fuerza, se movía mucho- Aquí no hay nada, es otra de tus visiones, cálmate, vamos, por favor.

Oh, venga ya. Incluso me portaba de forma amable con ella. En ese momento no sabía si detestaba más a Janis por ser como era o a mí por comportarme de esa forma.
Daba igual, ya estaba hecho, no valía la pena pensarlo, sólo preocuparme por que saliera de aquel estado de paranoia y alucinaciones lo antes posible.

*Sentí como alguien me cogia del mentón y fijé mi mirada en la de Daniel mientras me seguía revolviendo y gritando que me las quitasen. Le escuché y una parte de mi sabia que tenia razón, que por mi cuerpo no había arañas pero yo las veía y las sentía correr por mi cuerpo y era demasiado creíble. Las voces seguían sonando con fuerza en mi cabeza sintiendo que me iba a explotar. Era una sensación que por desgracia conocía muy bien. Sentí como la alucinación se desvanecía lentamente y las voces iban callándose pero como después de la mayoría de los ataques me desmayé*

Cayó en mis brazos, desvanecida. Me habría alarmado de no ser porque le pasaba siempre. O casi siempre, tampoco había sufrido tantos ataques conmigo. La tendí en la cama y la miré un instante. Ambos teníamos suerte de que probablemente era la única persona a la que no le pondría la mano encima fácilmente. Bueno, ella y Lizzie, claro.

Sin saber muy bien porqué, le acaricié el pelo y con ese gesto también le acomodé la cabeza en la almohada. Con una fugaz mirada a la puerta, que estaba entreabierta, comprobé que no venía nadie, o que ningún interno o guarda había visto toda la escena.
Por si acaso, me incorporé y fuí a cerrar la puerta. No me fuí, me apoyé en la ventana, mirándola, esperando que despertara. Después me iría, pero tenía la extraña necesidad de saber que estaba bien.

*Después de una media hora aproximadamente abrí los ojos lentamente. Parpadeé varias veces y me lleve la mano a la cabeza, me dolía una barbaridad. Tardé unos segundos en acordarme de lo que había pasado. Me senté en la cama y observé la cuerda, de nuevo otro intento de suicidio fallido, vaya mierda. Solté un largo suspiro y paseé la mirada por el dormitorio hasta localizar a Daniel apoyando en la ventana, ¿Qué hacia él ahí? Ah si, era el que me había salvado la vida.*
-No te pienso dar las gracias.
*Dije con indiferencia mientras me ponía de pie. El dormitorio estaba patas arriba, tendría que recoger antes de que algún guardia pasase. Me tumbé en el suelo y metí la mano debajo de la cama y saqué un bote de pastillas que John me había conseguido para los dolores de cabeza. No eran drogas ni anda parecido, solo simples pastillas que había en la enfermería pero si tenia que ir a la enfermería después de cada ataque…todo el mundo sabría que tenia mas de los que se pensaban. Me llevé dos de las pastillas a la boca y me las tragué volviendo a esconder el bote*

Al fin despertó y abrió la boca para... nada. A veces no sabía porque coño me molestaba en hacer nada por ella. Y no conseguía encontrar un porque, pero lo hacía de todos modos.
Suspiré, visiblemente enfadado, y dí pasos lentos hacia la puerta de la habitación.

- No, ya lo sé. Nunca lo haces. -eso era lo que me sacaba de quicio, entre muchas otras cosas- Tienes suerte de que sea tan gilipollas de aparecer cada vez que haces una estupidez. -solté una risa de resignación ya con la mano en el pomo de la puerta- Supongo que es un maldito don.

*Me apoyé en una pared mirándole con superioridad*
-Te daré las gracias que me prestes tu ayuda cuando la quiera o la necesite, hoy no necesitaba ninguna de esas dos cosas. Cuando una persona se intenta suicidar es por que se quiere morir no para que un idiota la salve, ¿sabes?
*Dije mirándole fijamente mientras rodaba los ojos. Jess me iba a matar si se enteraba que me había intentado suicidar de nuevo pero se pondría feliz de saber que seguía con mi ángel de la guardia. Me reí al escuchar lo último*
-¿Y no serás que me quieres Dan?
*Dije de forma burlona*

off:Me tengo que ir, vuelvo a las 10 o así ^^. Besotes

- Claro, cómo si tu supieras lo que quieres o necesitas... al menos cuándo estás en shock no tienes ni puta idea. -le dije, mirándola con seriedad, incluso con una pizca de rabia.

Tal vez si la necesitaba, pero ella también a mí. Era visible a kilómetros. No, no quería decir que hiciera esas cosas por llamar la atención, pero siempre daba la casualidad de que yo me encontraba cerca cada vez que se cortaba las venas, se intentaba colgar o se tiraba por una ventana.
Desheché esa idea.

- Cierra la boca, Janis. -la señalé amenazadoramente- Yo no te quiero... -me quedé en silencio un momento, sin saber cómo continuar. Mis ojos delataron lo que yo ni siquiera sabía, aunque ni en mi mirada estaba claro.

-Tienes razón, lo único seguro que tengo es que me quiero morir y que no te soporto.
*Dije con frialdad mientras le miaba fijamente. Bueno, en realidad solo estaba segura de lo primero, lo segundo era en parte cierto pero no era que no soportaba a Daniel simplemente me gustaba hacerle rabiar, era divertido. Supongo que me gustaba fastidiar a los hermanitos aunque a Lizzie no la soportaba para nada, la odiaba a muerte pero con Daniel era distinto, le odiaba pero a la vez me sentaba mal si le pasaba algo. Me acerqué cuando me señaló con el dedo y me quedé delante de él mirándole con una inocente sonrisa.*
-A mi no me amenaces con el dedo por que te lo meto por el cuelo y…claro que me quieres.

Vaya, vaya, vaya... -Fingí que me temblaba la mano y la fui acercando a su cara, con un gesto burlón- Mira como tiemblo... -la golpeé al final en la frente, no muy fuerte, pero lo suficiente para que su cabeza se balanceara cómicamente hacia atrás.

Reí. Esa era otra. En todo ese lugar, Janis era la única con la que podía reírme. Aunque me fastidiara, con ella no era el matón que a la mínima saltaba. Era otro tipo. Y desconocido para mí, no recordaba haberme sentido así con nadie. Nunca lo había pensado así.

- Deja de soñar, niña. -me coloqué la camiseta, en un falso gesto de superioridad- Ya te gustaría que tu y yo tuviéramos algo... -¿hablaba por mí? Tal vez era un deseo reprimido.

Imposible.

*Reprimí el impulso de lanzarme contra él por lo que simplemente le di la espalda para seguir recogiendo la habitación un poco. Solté un bufido mientras me subía a la silla sacando la cuerda de la tubería y guardándola dentro de mi armario entre la ropa donde también estaba guardada la navaja. Me giré al escuchar a Daniel y me reí.*
-Yo sueño cosas mucho mas agradables, si yo soñase que estamos juntos sería una pesadilla, y de las peores que he tenido, sería peor que mis “adoradas” voces y las alucinaciones juntas.
*Me quedé mirándole con una sonrisa de superioridad mientras me acercaba a él caminando de manera provocativa y me paré delante para susurrarle al oído.*
-Seguro que eres tu el que se toca pensando en mi.
*Le pise con fuerza el pie para volver a alejarme de nuevo.*

- Recuerda esas palabras... -le dije, sonriendo por lo bajo.

Empezó a ordenar la habitación, pasando de mí. Me quedé mirandola, analizando cosas. Ésa era la Janis que me torturaba día sí día también, exceptuando los "buenos" momentos, o los ataques. No sé, la que me gustaba, por llamarlo de alguna manera, la que más soportaba.
Me crucé de brazos, apoyándome en la pared. No, no tenía pensado irme, me encontraba en una extraña armonía.
Hasta que se acercó para decirme esas palabras y pisarme. Fue entonces cuando una parte del Chuck que todos conocían salió de nuevo a la luz.

- Basta. -la cogí de un brazo, llevándola hacia mí, dejando nuestros rostros muy cerca el uno del otro. En mis ojos se podía palpar el odio y otro cúmulo de sensaciones indefinidas- Sabes que te mataría... pero también sabes que nunca lo haré... así que basta, deja ya de jugar.

*Hice una mueca de dolor cuando me cogio del brazo y intenté que me soltase pero estaba demasiado cansada y no tenia mucha fuerza por lo que no lo conseguí. Nos quedamos con nuestros rostros demasiado cerca para mi gusto, podía sentir su respiración en mi piel y eso me ponía nerviosa. Me quedé mirándole con odio fijamente tentada de darle una patada en la entrepierna para que me soltase. Sonreí divertida mordiéndome el labio inferior ante ese pensamiento, el pensamiento de ver a Daniel gritándome lo puta que era mientras se retorcía de dolor*
-Yo no miento, solo digo la verdad y si eso no te gusta pues te aguantas. Ahí tienes la puerta, yo no te he pedido que te quedes aquí conmigo.
*No desvié la mirada en ningún momento mientras sentía como mi respiración se aceleraba levemente ante la cercanía de Daniel. Desde hacia una temporada estaba empezando a sentir algo mas que…diversión por fastidiarle y no me gustaba ese sentimiento nuevo.*

- No hace falta que lo pidas, niñata. -sus ojos la habían delatado. Sonreí, aún sin soltarla.

No nos soportabamos, pero ninguno de los dos podía estar mucho tiempo sin el otro. El eterno contraste, un ciclo que nunca terminaba. Era la costumbre, habíamos chocado desde el primer día. Yo la insultaba, ella me insultaba a mí, alguna vez habíamos llegado a las manos...
Demasiado habíamos pasado juntos, pero la acabaría matando, o ella a mí. No del modo convencional, claro, pero una de las dos partes moriría tarde o temprano, de una manera única.
De todas formas, sin apenas darme cuenta, las cosas estaban cambiando. Nunca había visto esa mirada en sus ojos, y no supe cómo tomármela.

Aunque quise soltarle el brazo, no lo hice. Simplemente me quedé mirándola unos segundos más, unos segundos en que el odio paso a un segundo plano.

- Eres una niñata... -repetí, casi amablemente- ...lo sabes, ¿no?

*Le hice la burla como una niña pequeña mientras volví a intentar que soltase mi brazo, odiaba estar tan cerca de él y sentirme tan…débil pero a la vez protegida. Odiaba sentir por él algo mas a parte del odio y también odiaba estar poniéndome nerviosa en ese momento por la cercanía de su rostro y él mío. Nos habíamos odiado desde el principio mas que nada por culpa de su estúpida hermanita. Las dos nos odiamos a matar y Daniel que siempre la defiende hasta el final…eso era lo que mas rabia me daba, que no se daba cuenta de lo cabrona que era su hermana.*
-Tu si que eres un niñato y ahora suéltame o te arrepentirás.
*Le dije con el mismo tono de superioridad y frialdad que utilizaba con él siempre mientras volvía a intentar soltar mi brazo sin ningún resultado. Sabia que si se iba me iba a sentir sola y tendría la tentación de salir detrás de él y seguir discutiendo solo para que no me dejase*

Sabía que no, que no iba a arrepentirme, pero la solté igualmente. Le dejaba mucho más margen que cualquiera. Otro interno estaría en el suelo con la mandíbula rota. Solamente Lizzie y Janis se encontraban por encima de ese "peligro". Antes de soltarla clavé profundamente mis ojos en los suyos, como un puñal que era capaz de rasgar sensaciones.

- Cálmate. -le dije, en tono casi despectivo, volviendo un segundo a nuestra "relación"- Ya que veo que estás tan insoportable como siempre, puedo irme más tranquilo...

"Más tranquilo". ¿Me preocupaba por Janis? Sí, definitivamente. No podía negarse, esperaba que ella no se diera tanta cuenta como yo. Por tercera vez, me dirigí a la puerta.

*Me acaricie la parte del brazo que me había apretado intentando hacer desaparecer esa incómoda sensación de dolor. Al escuchar sus palabras sonreí interiormente, si es que últimamente lo de meterme con él me lo ponía demasiado fácil…Le di la espalda de nuevo alejándome de él apoyándome en una pared observándole con una burlona y divertida sonrisa.*
-¿Estas intranquilo por mi? Que tierno…
*Me reí sin poderlo evitar. En realidad yo también me ponía intranquila cuando los cuidadores cogian a Daniel por las cosas que le pudiesen hacer pero no podía evitar meterme con él por que él sintiese lo mismo por mi, era la manera que tenia yo de ocultar los nuevos sentimientos que estaban apareciendo en mi.*
-Dan estas perdiendo cualidades, ya no es ni divertido meterme contigo…me lo pones demasiado fácil.