Con otro ataque [Daniel]

Suspiré con una mano en el pomo, otra vez. No parecía acabar nunca aquella angustia. Janis por aquí, Janis por allá... demonios, ¿ella se quejaba de voces? Debía ser contagioso, porque yo no dejaba de escucharla a todas horas. Tuve que volverme, era casi una "ofensa", después de tanto tiempo juntos en aquello... fuera lo que fuera, tuviera el nombre que tuviera.

- A ver, ¿qué quieres de mí? -pregunté, con un ápice de resignación- Te conozco, y nunca me haces tanto caso así porque sí. -escuché unos pasos y me pegué a la pared, para que nadie me viera por la puerta. Teníamos prohibido entrar en otras habitaciones, y aunque eso no lo controlaban mucho, el castigo por ello era muy severo. Miré por el cristal, no, no era un guarda- Si me la cargo por culpa tuya serás tú la que se arrepienta... ahora respondeme, y no des rodeos, que nos conocemos.

*Observé como no se marchaba y sonreí interiormente, la verdad es que una parte de mi no quería que se fuese, quería que se quedase aunque nos quedásemos discutiendo todo el rato.*
-Yo no quiero nada de ti, solo quiero darte por saco. Adoro cabrearte es taaaaan divertido.
*Dije con un tono de voz burlón mientras me acercaba a la cama tumbándome en ella mirando a Daniel. Pude observar como se pegaba a la pared al oír unos pasos y solté una carcajada al oírle.*
-Mira como tiemblo…
*Dije igual que me había dicho él momentos antes*

- Me esperaba esa respuesta... dios, que predecible eres, niñata. -repetí- Pero mira, da igual, hoy estoy harto, Janis. -No recordaba haberme hartado nunca, yo también lo pasaba bien. Me dí cuenta de que todo lo que había pensado anteriormente era inútil.

Aunque de verdad sintiera algo sincero hacia Janis, algo que no fuera odio, quería decir, nunca habríamos llegado a ninguna parte. Tal vez me hubiera gustado pensar que no, que podíamos adaptar las cosas, por llamarlo de algún modo, pero que va, parecíamos hechos para odiarnos.
Pues que así fuera, pero hoy no. Un destello de dejadez pasó por mis ojos. Me sentía estúpido, y estaba furioso conmigo mismo por que había llegado a pensar.
La procesión iba por dentro, por una vez no la culparía, ni le gritaría.

Hoy no.

- Me voy. -definitivamente, abrí la puerta con lentitud, aún sin salir y sin preocuparme de los guardas- Ya me buscarás si quieres algo. -dije, secamente.

-Ya te gustaría a ti que yo te necesitase para algo.
*Dije con indiferencia mientras me tumbaba en mi cama rodando los ojos. Giré mi cabeza y observé la hora en el reloj y me senté de golpe.*
-¡Mierda!
*Grité mientras me levantaba corriendo hacia Dan cogiéndole del brazo antes de que traspasase la puerta. Tiré de él hacia adentro y asomé la cabeza por la puerta y ahí esta el cuidado que me traía siempre la pastilla a la misma hora. Cerré la puerta y apoyé mi espalda en ella observando a Dan.*
-Escóndete den el baño, o en armario, o debajo de la cama, donde sea que pienses que no te van a encontrar.
*Dije hablando con rapidez con voz preocupada. Como encontrasen a Dan en mi dormitorio se nos iba a caer el palo a los dos.*

- ...qué diabl...? -no tuve tiempo de pensar, la palabra "escóndete" estaba más que comprendida en Good Changes.

No quería otra paliza. La acabaría recibiendo tarde o temprano, de hecho, creo que tenía el récord del reformatorio. Pero por hoy ya me había llevado lo mío con Janis. Sólo quería volver y leer, tal vez dormir. Después de eso me encontraría nuevo, o eso esperaba, sentirme mal por Janis de esa forma no me gustaba, y yo sabía que no me hacía ningún bien.

Me oculté bajo la cama, aquel tipo tan gordo no se molestaría en agacharse. Además, fue el lugar más accesible que encontré. El baño estaba más cerca, pero dentro de éste no podía esconderme, no quería arriesgarme a que abriera y me viera ahí.
Una vez bajo la cama, donde el suelo estaba sorprendentemente limpio, comencé a maldecir a Janis en mi mente.
"Maldita psicótica de mierda... tienes que desengancharte de ella, Alexis, joder, vives amargado..."

*Corrí hacia la cama y me tumbé en ella observando el techo como si nada. La puerta se abrió y me senté observando al cuidador de siempre, que era al que le había dado en la entrepierna aquella vez en el Gimnasio con Jess cuando me dio otro de mis ataques.*
-Podrías picas, imagínate que un día me pillas desnuda.
-Pues mucho mejor.
*Dijo con una pervertida sonrisa. Me puse de pie y tendí mi mano para que me diese la pastilla y un vaso de agua. Me metí la pastilla en la boca y bebí agua tragándome la pastilla pero dejándomela en la garganta, era ya mucho tiempo engañando a todo el mundo con las pastillas.*
-Abre la boca.
*Hice lo que me ordenó y levanté la lengua cuando me lo indicó. El cuidador se acercó a mi y pasó su lengua por mi cuello.*
-¿Quieres que repitamos lo de la última vez?
*Las imágenes de lo que me obligó a hacerle en la sala de castigos pasaron por mi mente produciéndome arcadas y le empujé separándole de mi con violencia.*
-Ponme una de tus manazas encima y te corto las pelotas.
*Le advertí. No le hubiese amenazado si hubiese ido acompañado de otro pero solos eran unos cobardes, el cuidador me miró y hizo ademán de acercarse a mi de nuevo para el ver mi cara se lo pensó y salió del dormitorio cerrando de un portazo.*
-Ya puedes salir.
*Le dije a Daniel. Tosí con violencia haciéndome daño en la garganta pero la pastilla salió disparada y la tiré en el retrete tirando de la cadena después*

Cerré los ojos y apreté mis manos sosteniendo el bajo del somier con rabia cuándo escuché las palabras del cabrón del guardia. Acto seguido descubrí que no sabía si era sólo la rabia por lo protector que era con Janis, sino que también sentía algo más cómo si... no sé... ¿cómo si nadie más tuviera derecho a tocarla? Otra vez, basta, basta.

Salí de la cama y me puse de pie, sacudiéndome el poco polvo que tuviera. Siempre que estaba con aquella loca pasaban cosas extrañas.
Iba a preguntarle qué había pasado con el guarda "la última vez", pero estaba demasiado cabreado y decepcionado con ella cómo para hablar. Y demasiado tenía que ser mucho.

- Ahora sí me voy de una puta vez. -abrir y cerrar la puerta de esa habitación se convertiría en mi hobby.


(PD: https://goodchanges.forosactivos.net/off-topic-f29/dedicalo-t278.htm)

*Salí del baño y le cogi de nuevo del brazo para que no se fuese*
-Lo siento…
*Murmuré con sinceridad mirándole a los ojos. Realmente si que lo sentía, por mi culpa casi le pilla el estúpido del guardia. Solté su brazo para que se pudiese ir de una vez, el pobre que había venido a salvarme la vida y si se seguía quedando en mi dormitorio seguramente el que perdería la vida sería él. Por si me daba un ataque, por si entraba otro guardia o incluso si aparecía su adorada hermanita y nos veía juntos…bueno, no, en ese caso la vida la perdería yo. Me tiré en la cama quedando boca arriba y cerré los ojos lentamente respirando hondo y soltando el aire en un bufido.*

- Lo... ¿lo sientes? -dije, repitiendo sus palabras- Lo sientes. -me pasé la mano por la cara, soltando un suspiro. Uno de los muchos que me hacía exhalar Janis.

Ya está. Si lo sentía la libraba de todo, la eximía de todo y hacía que todo fuera cómo antes, ¿no?. Pues no, me negaba a aceptar el hecho de que Janis me volvía débil, que con un simple "Lo siento" volvería a partirme la espalda por ella y por verla bien.
Cerré los ojos, le volví la espalda y apreté un puño antes de girarme de nuevo.
Era inútil. Sentía muchas cosas por Janis, y no podía irme sin más. Sabía que sentía esas cosas porque hubiera salido a matarme con todos los guardas si ella estaba en peligro.

Después existía la otra cara de la moneda. La que salía siempre, y que evitaba que fuéramos cómo las personas normales.
Una involuntaria sonrisa, desde lo profundo de mi ser, subió hasta mi rostro, y tal vez de manera también inexplicable, me acerqué un poco más a Janis. No me quedaba más remedio que perdonarla.

- No importa, Jan. -no me quedaba más remedio, pero esa vez estuve al límite. Estaba afectado, y se podía leer claramente en mi cara, con letras de neón. Entre ellas continuaba esa media sonrisa, de resginación, de complicidad, de...- Da igual.

*Escuché como repetía mis palabras como un loro y sonreí levemente. Nadie estaba acostumbrado a escuchar esas palabras salir de mis labios. Yo no pedía disculpas casi nunca, lo que hacia echo estaba que pidiese disculpas no iba a cambiar las cosas pero con Dan me había visto obligada a hacerlo al menos para que supiese que no había sido mi intención ponerle en peligro ni nada por el estilo. Abrí los ojos al escucharle cerca de mi y le miré extrañada, creía que ya se iba pero de nuevo hacia vuelto a entrar en el dormitorio. Observé que una pequeña sonrisa hacia que sus labios se curvasen.*
-¿Te hace gracia que te diga que lo siento? No te acostumbres y como me enteré que le has dicho a alguien que te pedí disculpas…las palizas que te pegan los guardias te van a parecer poco con lo que te voy a hacer yo.
*Dije con tono amenazante mientras me mordía el labio inferior levemente. Ya sabia que por mucho que pelease y insultase a Daniel nunca podría hacerle daño y si algún día necesitaba mi ayuda se la daría sin pensármelo y me daba rabia sentir eso por que sabia lo que significaba, que estaba empezando a sentir algo por él.*

Janis Williams me estaba amenazando. No dejaba de ser cómico.
Pude notar cómo la atmósfera se relajaba, era uno de aquellos espacios que existían en nuestras vivencias. Tensión calmada. Seguía nuestro odio, pero algo más camuflado. A veces era hasta divertido, algunas sonrisas podían sustituir a las habituales muecas de odio y rabia.

- Deja ese rollo, Jan. Ni armada me das miedo ya, nos conocemos demasiado. -me apoyé en la puerta, ¿no me iba a ir nunca?- No nos insultes a ambos con esa especie de amenaza clásica... nunca me pondrás la mano encima. -sonreí con picardía, mirándola de lado. Trataba de conseguir que se picara.

Nunca, absolutamente ninguna vez había hecho el más mínimo comentario acerca del físico de Janis, ni de su aspecto. Es cierto que era consciente de su figura (me gustaban las chicas, era inevitable), pero por primera vez pensé que... no sé, tenía algún que otro gesto sexy, cómo ese del labio.

*Me quedé mirándome y me levanté poniéndome de pie encima de la cama para después bajar de un salto hasta el suelo empezando a caminar lentamente hacia él moviéndome con sensualidad. Me paré delante de él y cerré la puerta mientras le miraba a los ojos fijamente desafiante, como se notaba que el señorito no me había visto peleando con los cuidadores, o incluso con su hermana, la muy hija de perra sabia pegar pero ambas salíamos mal paradas siempre.*
-Mira idiota, no me vaciles por que me haces ponerme todavía de mas mal humor y claro que te pondré un día la mano encima, tu sigue tentándome y verás como si soy capaz de cumplir mi amenaza.
*Nuestros rostros estaban muy cerca, podía sentir su aliento sobre mi rostro. Sonreí de forma divertida y provocativa a la vez, en ese lugar el mejor pasatiempo que tenia era meterme con Daniel.*

La tensión se mascaba, y una punzada de adrenalina recorrió mis venas. Podía sonar enfermo, pero la maldad, la crueldad, eran frenética y jodidamente amenos. El odio es un sentimiento que si lo sabes manejar, puede ser el mejor y más excitante.
El odio que yo sentía por Janis era tan fuerte que no era un odio vulgar y corriente, lo había llevado a un nivel... no más alto o más bajo, simplemente a un nivel distinto, que sólo podíamos disfrutar los dos.

Sentirla tan cerca hizo latir mi sangre mucho más rápido. Quería tomar parte en el juego. Empujé sus hombros hacia atrás, y levanté el mentón, desafiante, mirándola de ésa forma... ésa forma que durante todo el tiempo que llevaba en la habitación no había logrado definir.

- ¿Eres capaz? ¿Eres capaz? -dije, volviéndola a empujar, mientras mantenía la sonrisa en la cara, la misma que la suya- Vámos, dame tu mejor golpe, nena... -la tenté, señalándo el pómulo- Lo más duro que tengas, golpea, ¡golpea!



¿Me golpearía?

*Me quedé mirándole desafiante a la espera de su próxima jugada, o palabras, o gesto, lo miraba fijamente a la espera de algo. Sentí como empujaba mis hombros echándome hacia atrás y retrocedí unos pasos mientras le seguía mirando con el mismo odio de siempre mezclado con algo mas que ni yo misma sabia que era, ¿atracción? No, no podía ser. Empezó a tentarme y mi corazón empezó a latir con mas fuerza bombeando la sangre por todo mi cuerpo. Sentí como volvía a empujarme y de pronto el rostro de Daniel se convirtió en el del vigilante que había entrado hacia unos minutos y sin pensármelo dos veces le pegué un fuerte puñetazo en el pómulo y después una patada en el estómago.*

La furia de Janis se desató, y ni por un segundo me arrepentí de haberla provocado. Sin embargo, los golpes fueron muy duros, más de lo que esperaba.
Nada más lejos de arrodillarme y retorcerme, había recibido golpes de los guardas armados con porras, una patada de ella no me haría llorar, aunque Lizzie me preguntaría por la diminuta brecha que se me había abierto en el pómulo. Un hilo de sangre cayó hasta mi mandíbula, describiendo una línea.

- Bien... -reí levemente mientras me sujetaba el estómago y me pasaba un dedo a través de la sangre- Yo no te golpearé con los puños, no me parece equitativo, pero... -no era una cuestión de machismo, simplemente es que llevaba años metido en peleas, podía fulminarla si conectaba un buen puñetazo- ...¡puedo hacer ésto! -me lancé contra ella, golpeándola en el vientre con el hombro, cayendo ambos sobre la cama.

*Volví a la realidad al escuchar la voz de Daniel y observé el hilo de sangre que caía por su pómulo y observé los nudillos de la mano con la que le había dado y la escondí detrás de mi espalda como si con ese gesto se podía olvidar. Yo no quiero pegarle, de verdad que no quería hacerlo pero él me había tentado y mi maldita cabeza me había echo ver una cosa que no era y…abrí la boca para disculparme de nuevo, por segunda vez en unos minutos cuando sentí como me golpeaba en el vientre con su hombre haciéndonos caer a los dos sobre la cama. Reboté sobre ella y me senté de inmediato mirando a Daniel.*
-¡Idiota! ¡No me digas que te dé para después vengarte!
*Le chillé mientras hacia un ademán de levantarme de la mano acariciando con mi mano el lugar en el que su hombro me había golpeado*

Empecé a reirme con ganas, y sin darme cuenta, me puse una mano en la cara, esparciendo un poco la sangre y sintiendo el dolor del golpe. Me revolví en la cama de la risa, y más cuándo la oí quejarse.
Oh, hacía meses que no me lo pasaba tan bien. Sentí alegría, estaba pasando un buen rato con Janis.

- Lo ... lo siento... -dije, tomando aire después de tanta risa. Tal vez me había pasado un poco con la embestida, nunca había ni pensado en hacerle daño, de hecho, quería hacerlo como un gesto cariñoso... ¿cariñoso?- Pero tú no te has quedado corta, niñata -señalé la brecha, incorporándome- Mira.

*Me quedé de pie observándole como se reía con una ceja levantada mientras seguía acariciándome el lugar en el que me había dado, la verdad su golpe no me había dolido era solo que me había dado justo donde tenia un feo morado de la paliza de hacia unos días. Cuando empezó a revolverse me llenó las sábanas de sangre y solté un bufido pero no hice nada, era divertido verle así, parecía un niño pequeño. Cuando me echó en cara lo del golpe le hice la burla.*
-Tu me has dicho que te lo diese, ahora no te hagas la victima. Si eres un blandengue es cosa tuya, yo en eso no tengo anda que ver.
*Dije sin dejar de acariciar mi tripa*

Me levanté y rápidamente fui al baño, a intentar parar la pequeña hemorragia y a lavarme la cara. Parecía un asesino sacado de una de esas películas dónde todos los adolescentes eran brutalmente apuñalados. Era gracioso, de cualquier manera.
Me pasé agua fría por la cara, también me serviría para despejarme, un golpe así descolocaba. En un momento tuve la cara limpia. Volví a reir ligeramente recordando los chillidos de Janis.

Volví a la habitación y aquella sensación que tenía siempre que la veía en apuros volvió a surgir, me preocupé en serio por ella.

- ¿Estás bien? No quise darte tan fuerte... -murmuré. Quise poner la mano sobre su vientre, con la casualidad de que fue a posarse sobre la misma mano de ella. Al darme cuenta, lejos de quitarla, me quedé absorto por la situación y la miré, de forma interrogante.

*Cuando se levantó para ir al baño observé las sabanas dándome cuenta que tendría que pensar una excusa que darle a los cuidadores cuando pasasen por mi dormitorio. Me senté de nuevo en la cama con la mano sobre el vientre haciendo una pequeña mueca. No era un dolor fuerte, tan solo era una poco molesto. Observé a Daniel salir del baño y acercarse a mi mientras me preguntaba si estaba bien, parecía preocupado y todo. Sonreí ante ese pensamiento estupido, Daniel preocupado por mi…Sentí de pronto su mano sobre la mía y me quedé mirándole fijamente durante unos instantes mientras sentía como mi corazón se aceleraba ante ese simple contacto. Aparté mi mano con rapidez alejándola de la suya y le dediqué una sonrisa burlona*
-Yo no soy tan blandengue como tu, no me has hecho nada, solo fingía.
*Dije mientras me echaba hacia atrás tumbándome en la cama dejando las piernas colgadas por el borde.*

Me costó salir de mi aturdimiento, pero lo hice, casi de manera brusca. Me levanté veloz, cómo avergonzado. Traté de mantener la calma, no había pasado nada... mierda, sólo le había tocado la mano por accidente y me sentía cómo si hubiera accionado el botón que destruiría la Casa Blanca. Tranquilo, joder.

- Cierra el pico, chiflada. -dije, al fin, aunque no sonó muy convincente. Miré mi reloj, era casi la hora de comer- Deberíamos irnos... ¿o vas a saltarte la comida otra vez?

Yo no tenía hambre, había desayunado mucho. Casi precedí mi última frase con un "Porque si te quedas yo me quedo contigo". Aunque fuera por aburrimiento, en todo el tiempo que llevaba ahí preso, no me lo pasaba tan bien con nadie, ni siquiera con Liz.

El roce hace el cariño, que se dice.

*Giré mi rostro hacia el reloj cuando mencionó lo de la comida y negué con la cabeza*
-No puedo ir, se supone que la pastilla que me han dado hace un rato era para dormirme así que si aparezco por el comedor los cuidadores se darán cuenta que consigo engañarlos de algún modo y no les gusten que les engañen y hoy no tengo el cuerpo para otra paliza así que prefiero no aparecer.
*Comenté con tranquilidad mientras me tumbaba bien en la cama observando a Daniel mordiéndome de nuevo el labio inferior. Todavía sentía como si su mano estuviese encima de la mía, definitivamente si que estaba loca si me estaba empezando a enamorar de Daniel…No, no podía ser eso, simplemente me atraía por que era algo a lo que me habían prohibido acercarme, si, debía ser eso, no había otra explicación. Bueno si, había lo del enamoramiento pero me negaba a creérmelo.*
-¿Tu no piensas ir a comer?

- No. -dije- Pero sí que tendría que salir de aquí, sino seré yo quien se lleve la paliza.

Fue un comentario absurdo. No me fuí y ya está, cómo de costumbre. Le daba explicaciones, cómo esperando que ella dijera algo más, que me propusiera algo que hacer. En mi cara se dibujaba la duda de irme o no.
Suspiré y me pasé la mano por el pelo. Parecía que no diría nada más. Por un segundo pensé que tal vez haríamos algo más que insultarnos el uno al otro, pero al menos por hoy, nuestro día juntos parecía terminarse ahí.

Joder... ¿la estaba "Necesitando"?

-Podemos ir a dar un paseo…todos los guardias están en el comedor…
*Murmuré sin mirarle observando las sabanas de mi cama. ¿Le estaba yo diciendo a Daniel si quería ir a dar un paseo? Lo mas seguro es que al intentar suicidarme ahorcándome me había pasado algo en él cerebro…si, debía ser eso. Odiaba a Daniel, lo odiaba de la misma forma que a su hermana…bueno no, a su hermana la odiaba más pero él tampoco se quedaba atrás. Me senté en la cama mirándole y añadí rápidamente como para dejar claro que lo hacia solo por amabilidad o vete tu a saber que.*
-Por recompensarte por lo del golpe…aunque supongo que pasar un rato con una loca no es una buena recompensa.

Reí ligeramente y me levanté. La camisa estaba arrugada, la alisé un poco, colocándomela para mirarla de forma divertida, un tanto burlonamente.

- Vaya... ¿es una cita? -reí ante las proporciones que había tomado esa bobada. Una cita. La simple idea ya era desproporcionada- He pasado montones de ratos contigo, Loca... uno más no me matará.

Sonreí. Me sentía muy extraño, llevaba casi diez minutos sin meterme de verdad con Janis. Más que extraño, me sorprendía a mí mismo. Tal vez el odio estaba convirtiéndose en algo dual, de dos caras. A lo mejor la moneda volvía a rodar en el aire...
...tal vez, sólo tal vez, no había salido cruz.