Porque tengo alma de felino... {Katherine}

Salí a dar una vuelta por el jardín, iba calma, dejando que la luz del sol acariciara mi rostro. Era verdad que prefería indudablemente el invierno y el frío pero no iba a desperdiciar un poco de iluminación. Suspiré pesadamente, desde que había llegado aquí todo había sido descontrol y rebeldía. Pastillas, pastillas y más pastillas, siempre en la novena nube distorcionada, en su pequeño pedacito de infierno. Observé las hojas siendo movidas por la suave brisa, sin evitar preguntarme si realmente esto era lo que quería.
Era una nena caprichosa, siempre lo había sido y no le molestaba mucho que digamos, pero siempre hay un punto en el que debes frenar y mirar hacía atrás.

-Bah, estás loca- Me murmuré a mi misma ante tales pensamientos.

Escuché la voz de alguién más y fruncí el ceño. No habían personas cerca de ella, por lo menos ella no veía a nadie. No podía estar alucinando, estaba limpia hace dos días por pedido de su hermano. Recorrí nuevamente el lugar con la mirada pero está vez más lento, nadie. ¿Y si el sonido no venía de la tierra, si no de más arriba? Encogí los hombros y me dispusé a observar los árboles entrecerrando los ojos, divisé una leve silueta, casi imperceptible detrás de la espesura que provocaban las hojas. Me acerqué a ese árbol:

-Supongo, aunque no puedo llegar a la conclusión de quién lo está más. Los que están dentro o los que supuestamente "cuidan" de ellos- Respondí de todas formas, su voz me daba curiosidad.

Solté una carcajada, llegando hasta el tronco del árbol. Miré hacía arriba sin poder ver la cara de mi ahora "extraña" contertulia. Es verdad que me gustaba siempre mantener conversaciones frente a frente, pero está vez. Quizá por mi estado de ánimo no me molestaba en lo más mínimo, de hecho podía decir que me agradaba en cierto modo.

-Debo decir que tienes toda la razón, no son más que seres frustrados que se deleitan con saber que pueden llegar a tener control sobre otros- Agregué sin más. Era lo que pensaba. Personas normales y seguras no tomarían un trabajo así.

Al escuchar su pregunta no pude evitar reír.

-Katherin LeBlanc, y ¿El tuyo?- Pregunté, mientras mi espalda se deslizaba sobre el tronco y queda sentada. Alcé la viste y pude lograr ver un poco más de la chica con la cuál hablaba. Ladeé la cabeza un tanto preguntándome porqué no bajaba de ahí. Quizá le gustará estar en los árboles o simplemente no le agradaba la gente y prefería mantener una conversación de esa forma. Inevitablemente me incliné por la segunda aunque quizá la primera no estaba descartada del todo.

Pude observar por unos segundo es rostro de mi acompañante pero no logre retener una buena imágen debido a que se escondió bastante rápido. Arrugué la nariz y miré al frente, abrazándo mis rodillas.

-Porte y venta de estupefacientes- Contesté de forma casi monótona. Era una respuesta que últimamente daba mucho y no necesitaba más que abrir la boca para que las palabras salieran solas. mis ojos se acostumbraban a la negrura del paisaje poco a poco, siendo ayudada por la luz de la luna. -¿Qué hiciste tú. Drogas, violencia, exhibicionismo público, robo, asesinato?- Pregunté luego de una pausa.

Sentí el crujir de las ramas, lo que me indicó que la chica estaba bajándo. No alcé la vista, esperándo que apareciera frente a mi en cualquier momento. No transcurrió demasiado tiempo para que esto ocurriera. Ella fijo su mirada en mi y yo en ella, observándola con la cabeza ladeada. Tenía rasgos infantiles y una cara bastante especial, era guapa de eso no había duda y un pequeño halo de inocencia la rodeaba. Sin embargo no me sorprendió el escuchar el porqué estaba ahí. Sonreí divertida al escuchar sus últimas palabras.

-Vaya, pues tienes mucha suerte o quizá yo muy mala- Comenté sin imutarme, era obvio que no quería hablar del tema, por lo cual extrañamente preferí seguirle el juego. Sabía perfectamente lo incómodo que podía resultar contaro recordar el pasado. -¿Va a ser rápido o lento? Porque te digo de ante mano que suelo ser bastante masoquita, así que no me molestaría ser "torturada" antes-

No paso mucho tiempo hasta que la chica rompiera el contacto visual y se recostara en el árbol al igual que ella. Hacía frío pero gracias a lo que fuese ella iba con un poleron abrigador que le había sacado a su hermano por la pereza de abrir sus cajones.

Reí ante sus palabras iba a contestar que le resultaba bastante decepcionante esta idea, pero un imperceptible jadeo me hizo fruncir el ceño levemente. Me incorporé y la miré directamente percatandome de que la mirada quetenía hace unos momentos había sido reemplazada por unatotalmente vacía.

-Bluebell, ¿Estás bien?- Pregunté tocándo con suavidad su hombro. Había visto demaciadas veces esa mirada en su hermano para saber que las cosas no marchaban bien.

El estado de la chica me preocupaba sin saber muy bien el porqué. al parecer no me escuchaba y cuando toque su hombros pude comprobar que estaba rígida. Un guardía se acercó a nosotras y masculló algunas palabras antes de cojer a Bluebell, cuando reparó en mi presencia pude observar un brillo bastante pícaro en sus ojos y sus palabras me golpearon fuerte, entendiendo al fin lo que tenía en mente. Una ira creció poco a poco en mi y al ver como se alejaban, no podía concentir que hiciera tamaña asquerosidad con una chica que estaba completamente indefensa. Me levante rápidamente y me caminé lo más rápido que pude, sin llegar a correr.

-¡Hey! ¿Qué haces? Ella está conmigo- Repuse conteniéndo las palabras mordaces que querían escapar. Él se giro y masculló que no era mi problema y siguió su camino. sin más lo agarré del brzo e insistí.

El hombre, cuando Katherine intentó defender a Bluebell, le propinó una patada en las piernas, en un intento de hacerle caer al suelo. En realidad no intentaría violarla. Ya había querido hacerlo la otra vez, pero no había sido capaz de abrir sus rígidas piernas, así que sólo la había golpeado un rato hasta que Bell "despertó". Se le hacía un juego extremadamente divertido.
-Quédate quietecita aquí, ¿oíste? Sino será peor para ti- le advirtió, girando un poco su cabeza para verle con el ceño fruncido. -No le haré nada a ti amiguita. Sólo la llevaré a que la vean en la enfermería- le informó, mintiendo con descaro, aunque no le notó. No quería que la morena interviniera más en el asunto. Ya lo estaba sacando de quicio.
Continuó su camino, hasta ingresar de nuevo al reformatorio.

Off: Había que darle un giro a la situación. :B

Off: Obvio :B

Sentí la patada en la pierna, y reprimí un quejido antes de doblarme un tanto. Lo miré con la mandíbula apretada, no iba a quedarme así como así. Me habían mentido tantas veces que ya era experta, por así decirlo, en detectarlas.

-Maldito cerdo- Mascullé cuando lo vi aun más lejos. Me levanté, cogeando levemente y lo seguí de forma testaruda, un simple golpe no iba a pararme, al parecer los guardias subestimaban bastante a los internos. Era la primera vez que iba a meterme en problemas y realmente me importaba un carajo.

Logré recorrer bastante rápido la distancia, pisando sus talones. Se giró a ver si me había perdido y su gran sonrisa fue suplantada por una mueca de enfado. -¿Sorpresa?- Comenté con ironía.

Sonreí de forma arrogante, a pesar del dolor. No podía negar que amaba ver a las personas enfadadas, pero por le tono que él ocupaba podía resultar salirle bastante caro todo esto.

-Traté de hacerlo y verá como mi muerte no significará nada en comparación a lo que lo haran sufrir antes de que pida por favor que acaben con su patética existencia- comenté con tranquilidad, pero escupiéndo cada palabra con veneno. Hace tiempo que no sé enfadaba tanto. Sus ojos centellaron llenos de determinación. Él sabía que sus palabras eran completamente verdaderas.

Me tambaleé pero no alcancé a caer, observé como pateaba a Bluebell y me contuvé de gritar, la había sacado barata está vez. Cuando se perdió por la entrada me acerqué a la chica que ya se habío incorporado. Con algo de retinencia comprobé que estaba herida y eso hizo aunmentar un poco mi enojo, enojo que desquitaría en la bolsa de arena. Me acuclillé a su lado y tomé su mano para dejarla abajo y comenzar yo a buscar la herida.

-Quédate quieta ¿Si?- Le pedí de forma bastante dulce, mientras revolvía sus cabellos hasta dar con un corté pequeño pero que emanaba bastante sangre, chasqueé la lengua. -Debemos ir a la enfermería y si no quieres a tú habitación para curarte- Murmuré.

Observé la herida, ladeándo la cabeza levemente. Tan grande no era, pero no era eso lo que importaba realmente, si no que la profundidad de esta. Me quedé unos minutos pensando en que contestarle. De seguro si le decía que era pequeña subestimaría todo y probablemente le diera muy poco importancia. Al parecer esa era una cualidad de casi todos los internos, sumado con que creen que son capaces de solventar todo por ellos mismo, claramente en algunos casos estabamos equivocados, si me metó en la bolsa, porquñe muchas veces he tenido esa actitud.

-No sabría decirte con exactitud- Murmuré al fin, después de todo no era más que la simple verdad- Es mejor que te laves, así sabriamos bien- Agregué con un leve mohín.